rino
"No te preocupes por lo de tu riñón, somos especiales"
Hoy conocí a Rebeca Ribadeneira de Marquez. Fue su primer día en la clase de Autobiografías y lamentaba no haberse enterado antes del curso.[Muchas de las personas que asisten al curso lo hacen porke consideran tienen algo trascendetal ke escribir y ke contar a sus cercanos, como kreo q lo tengo yo. Ella no era ajena a esta motivación].
La mayoría de nosotrxs se conocía y conocía también nuestros temas de interés, los ke nos convenció a tener estas primeras experiencias con la creación lieraria. Sin embargo, hoy nos tocaba definir nuestro "eje temático", leer si es que habías escrito algo y esperar los comentarios del resto de compañerxs. En mi caso, tenía las cosas un poco más claras: no escribiría de mi abuelita y sus anécdotas en el hospital militar, ni de las vivencias de las mujeres con las que trabajo para la tesis ni mucho menos -aunke lo pensé- en lo que había fomentado en mí el hecho de estar sola... sin pareja. No, no y no. Si se trataba de mi, escribiría algo más. Esta era y es mi oportunidad para hacer del curso algo realmente personal, como me dijo la profe. ¿qué podría ser para mi algo realmente personal?, pensé. ¿Qué es aquello que pienso que me hace única y dificilmente irrepetible? Mi rino, mi riñón único, ser monorrena, congénicamente bajo el standar. [En verdad no creo q esté bajo el standar, kreo q soy de uno diferente, del ke no se mide por si veniste completita o falladita]
Esperé mi turno y algo nerviosa empecé -desordenado como siempre-contando de ké trataba mi eje temático. Conté ke a los 15 años mis papás y yo nos dimos cuenta, gracias a una ecografía tardá, de que yo solo tenía un riñón, de que había nacido con un riñón, de que no estaba totalmente sano y tenía que someterme a un operación. Conté que Marcos y Silvia dicutían, lloraban y apostaban que el mal genético venía de la familia del otra/o y ke, mientras tanto, yo me preguntaba por ké nos habíamos estacionado frente a una iglesia. Conté, además, que nos fuimos de viaje los 4 -con mi hermano-porsiakaso salieran mal las cosas en el quirófano, mis padres nunca se hubiesen perdonado q no conociera el imperialismo yankee desde adentro. Conté ke me hago pruebas anuales y que mi abuelita no dejá de recordarme que tengo un solo riñón y ke por eso no debo tomar alcohol en exceso, ni practicar deportes de aventura, ni meterme a poguear, ni caminar mucho y sobre todo, evitar los viajes [¡díganle esto a una antropóloga!]
Al terminar mi relato, esto fue lo q sucedió. La señora de al lado...
Rebeca Rivadeneria: ¿Cómo te llamas, amiguita?
Yo: Nadya
Rebeca Rivadeneria: Nadya... yo también tengo un solo riñón
Nadya: O_O
La monorrena: sí, y yo me enteré hace 5 años, cuando tenía 44, y felizmente de que me enteré a esa edad porke sino, no hubiese hecho las cosas que he hecho.
[La sonrisa me duró hasta acabar la clase, era la primera vez ke conocía a otrx monorrenx ke lo era de nacimiento y no porke le sacaron el rino por alguna insuficiencia renal o cáncer, etc.]
La profesora aprovechó la intervención de Rebeca y le pidó que se presentara a toda la clase. Rebeca nos contó que quería escribir sobre su experiencia en la Selva. Ella estaba casada con un shipibo-conibo desde hace 8 años y le parecía interesante escribir sobre todo lo que conocía, su percepción, sus vivencias. A mi pregunta sobre en ké parte de la Selva había vivido, ella me respondió que en distintas comunidades, pero que en donde pasó su mayor estadía fue en Puerto Belen. [¡¡Puerto Belen!!]
Yo he estado ahí, le dije, yo conozco.
Ahora ella era la ke no paraba de sonreir. La clase, al igual ke nosotras, sintió la conexión ke se generó en ese instante. Yo no esperaba que dieran el receso para preguntarle más, mucho más; obervaba en ella mucho interés también. Lo ke siguió: salimos juntas al receso, intercambiamos datos e información actualizada sobre la comuna, intercambiamos mails y quedamos en escribirnos. Nos kedamos más que satisfechas :)
Al final, antes de irse me dio un empujonzito en el hombro, se acercó a mi y me dijo con una risa cómplice: "No te preocupes por lo de tu riñón, somos especiales"
Sí ke sí.
Hoy conocí a Rebeca Ribadeneira de Marquez. Fue su primer día en la clase de Autobiografías y lamentaba no haberse enterado antes del curso.[Muchas de las personas que asisten al curso lo hacen porke consideran tienen algo trascendetal ke escribir y ke contar a sus cercanos, como kreo q lo tengo yo. Ella no era ajena a esta motivación].
La mayoría de nosotrxs se conocía y conocía también nuestros temas de interés, los ke nos convenció a tener estas primeras experiencias con la creación lieraria. Sin embargo, hoy nos tocaba definir nuestro "eje temático", leer si es que habías escrito algo y esperar los comentarios del resto de compañerxs. En mi caso, tenía las cosas un poco más claras: no escribiría de mi abuelita y sus anécdotas en el hospital militar, ni de las vivencias de las mujeres con las que trabajo para la tesis ni mucho menos -aunke lo pensé- en lo que había fomentado en mí el hecho de estar sola... sin pareja. No, no y no. Si se trataba de mi, escribiría algo más. Esta era y es mi oportunidad para hacer del curso algo realmente personal, como me dijo la profe. ¿qué podría ser para mi algo realmente personal?, pensé. ¿Qué es aquello que pienso que me hace única y dificilmente irrepetible? Mi rino, mi riñón único, ser monorrena, congénicamente bajo el standar. [En verdad no creo q esté bajo el standar, kreo q soy de uno diferente, del ke no se mide por si veniste completita o falladita]
Esperé mi turno y algo nerviosa empecé -desordenado como siempre-contando de ké trataba mi eje temático. Conté ke a los 15 años mis papás y yo nos dimos cuenta, gracias a una ecografía tardá, de que yo solo tenía un riñón, de que había nacido con un riñón, de que no estaba totalmente sano y tenía que someterme a un operación. Conté que Marcos y Silvia dicutían, lloraban y apostaban que el mal genético venía de la familia del otra/o y ke, mientras tanto, yo me preguntaba por ké nos habíamos estacionado frente a una iglesia. Conté, además, que nos fuimos de viaje los 4 -con mi hermano-porsiakaso salieran mal las cosas en el quirófano, mis padres nunca se hubiesen perdonado q no conociera el imperialismo yankee desde adentro. Conté ke me hago pruebas anuales y que mi abuelita no dejá de recordarme que tengo un solo riñón y ke por eso no debo tomar alcohol en exceso, ni practicar deportes de aventura, ni meterme a poguear, ni caminar mucho y sobre todo, evitar los viajes [¡díganle esto a una antropóloga!]
Al terminar mi relato, esto fue lo q sucedió. La señora de al lado...
Rebeca Rivadeneria: ¿Cómo te llamas, amiguita?
Yo: Nadya
Rebeca Rivadeneria: Nadya... yo también tengo un solo riñón
Nadya: O_O
La monorrena: sí, y yo me enteré hace 5 años, cuando tenía 44, y felizmente de que me enteré a esa edad porke sino, no hubiese hecho las cosas que he hecho.
[La sonrisa me duró hasta acabar la clase, era la primera vez ke conocía a otrx monorrenx ke lo era de nacimiento y no porke le sacaron el rino por alguna insuficiencia renal o cáncer, etc.]
La profesora aprovechó la intervención de Rebeca y le pidó que se presentara a toda la clase. Rebeca nos contó que quería escribir sobre su experiencia en la Selva. Ella estaba casada con un shipibo-conibo desde hace 8 años y le parecía interesante escribir sobre todo lo que conocía, su percepción, sus vivencias. A mi pregunta sobre en ké parte de la Selva había vivido, ella me respondió que en distintas comunidades, pero que en donde pasó su mayor estadía fue en Puerto Belen. [¡¡Puerto Belen!!]
Yo he estado ahí, le dije, yo conozco.
Ahora ella era la ke no paraba de sonreir. La clase, al igual ke nosotras, sintió la conexión ke se generó en ese instante. Yo no esperaba que dieran el receso para preguntarle más, mucho más; obervaba en ella mucho interés también. Lo ke siguió: salimos juntas al receso, intercambiamos datos e información actualizada sobre la comuna, intercambiamos mails y quedamos en escribirnos. Nos kedamos más que satisfechas :)
Al final, antes de irse me dio un empujonzito en el hombro, se acercó a mi y me dijo con una risa cómplice: "No te preocupes por lo de tu riñón, somos especiales"
Sí ke sí.
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