Tomado del Combinauta

domingo 14 de junio de 2009

Nadya y yo

Nadya es mi amiga desde el primer ciclo. Estuvimos en el mismo salón de cachimbos. En los últimos años, no nos hemos frecuentado mucho debido a nuestras distintas actividades. Ella como estudiante de Antrología; yo inmerso en la práctica de la literatura.
Hace una semana, me encontré con ella de casualidad. Nos topamos a espaldas de Plaza San Miguel. Yo iba a la librería Crisol; ella había cobrado por ahí un dinero. Comenzamos a conversar en plena calle. Locuaz, me contó que estaba llevando un curso de autobiografía en la Ruiz de Montoya. Me habló de autores y libros con una asombrosa ansiedad y pasión. Me dijo que estaba escribiendo mucho, que de esa forma se escabullía de sus propios demonios. Sorprendido, la seguí escuchando mientras me acompañaba a Crisol. Estuvimos ahí, mirando libros, hablando de libros, viviendo libros. Fue muy entretenido. Luego, de súbito, ella me dijo si es que quería conocer a un escritor, al autor de Generación Cochebomba, novela que había visto en algunas librerías. Curioso, le dije que sí, que me gustaría conocerlo.
El autor vivía en la unidad vecinal que se ubica cerca de San Marcos. Fuimos en micro, sin parar de dialogar. Nos encontramos con el autor, con quien comencé a hablar del mundo editorial. Le conté mi caso y el me contó el suyo. Había publicado con su dinero, de manera independiente. Paso a paso, me fue explicando su experiencia. Lo hacía mientras los tres avanzábamos por la avenida Universitaria, bajo la noche reciente.
Nos despedimos del escritor frente a la Católica. Nadya y yo entramos a la universidad. Ella quería sacar un libro. Destilaba literatura. Me dijo que su libro de cabecera era País de Jauja. Destilaba ansiedad por leerlo todo y escribir cada viviencia. Me habló de su viaje a Huánuco. Había ido para realizar un trabajo antropológico. Obviamente, aprovechó la travesía para comprar literatura del lugar. Lo hizo. Me enseñó uno de los libros, uno de cuentos. No paraba de destilar literatura. Yo oía, alelado, animoso.
Luego, la acompañé cerca de su casa y me trepé a una combi para ir a la mía. Había sido una linda tarde, poblada de libros, hallazgos, junto a una amiga de siempre.
***
Hoy, encerrado en la habitación, frente a la pantalla, recordé que Nadya me había dicho que tenía un blog. Me lo dijo mientras celebraba mi querido blog El Combinauta. Entonces, decidí entrar a su blog. Está muy bien hecho. Su redacción me agrada. La visión del mundo que destilan sus frases conecta con la mía. Sus pensamientos son valiosos e interesantes.
Leí un post que me encantó. Aquí lo cito:
Casi siempre cuando salgo de casa y camino al paradero, cuando camino usualmente por esa pestilente recta ke me lleva a la Católica, cuando estoy en el baño, en la combi, mirando a mis abuelos... me dan ganas de escribir. Ya voy pensando como contar lo que estoy mirando, como me voy sintiendo, ke expresiones usar, la cadencia, en 1era persona, 3era y ahora 2da -gracias a País de Jauja-.Incluso, el recordar los momentos y las sensaciones más tristes -debido a mi "rara" o "conveniente" memoria- suelo perdurar sensaciones más ke palabras- me dan ganas de escribir, o más que escribir, de contar una historia, un hallazgo... algo pequeña para no aburrir al lector y a mi, sobretodo.Y cuando gozamos de los momentos más alegres también nos dan ganas de registrarlos.. pero alguien alguna vez me dijo ke escuchó en una entrevista a una cantante: sería muy tonto ke en pleno momento de felicidad, una se parara a acoger un papel y escribir lo que siente, por ejemplo, como idea de una canción. Nada más cierto. Y lo comparto.Ahora escribo, escribo porke me siento escribiendo, no porque la esté pasando mal y necesite expresarlo -aunke de eso también hubo-, creo q lo peor ya terminó. Ahora escribo porke tengo el alma y el corazón trankilos. Y porke además, Claudio Alaya no puede esperar.
Me conmovió mucho. Lo que ella siente es lo mismo que siento yo. Para algunos, la escritura es una actividad aburrida y esporádica. Para otros, como Nadya y yo, es una actividad esencial, el modo de respirar de nuestros pensamientos.

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