Ayacuchopi kani

Hoy se cumple una semana desde que estoy por estas tierras. Llegué el lunes 31 y no he parado hasta ayer. Merecía y -sobre todo- necesitaba un descanso luego de tantos viajes locales e interprovinciales, despertadas a las 6am, conversaciones con profes, observaciones de clase y niñxs y más niñxs.

La consultoría que estamos realizando para el MED se está dando en 6 regiones: Lima, Piura, Arequipa, Junín, Iquitos y Ayacucho. Yo fui quien elegió venir a las tierras de los WalpaSuas (roba gallinas) Ayacucho.
Si bien tengo mi chamba en el Gob Reg del Callao, no quería desaprovechar la oportunidad de generar ingresos extra y a la vez volver a mi Ayacucho querido, a viajar y respirar un poco otros aires. Ver su cielote azul despejado y atrás de las casitas, cerros verde amarronados. Una amalgama urbano-rural llena de color.

Siempre he pensado que cuando me toque independizarme de la casa de mis viejos y decida vivir sola, tendría que irme a algún lugar de provincia: simplemente porque la vida es más tranquila, las distancias son más cortas, es más barato y la gente es más cálidad. Todo lo contrario a mi experiencia como limeña de nacimiento. Por estos motivos -desde hace un tiempo- he elegido Ayacucho como mi lugar de refugio futuro. Estoy casi segura de que es el indicado. Por turismo y por trabajo he tenido la oportunidad de conocer varias ciudades del Perú y he visitado Ayacucho unas 5 ó 6 veces; en todas mis estadías no la he podido pasar mejor que en otros tantos sitios. Además ya puedo movilizarme sola, se tomar las "rutas" (transporte público), conozco buenos lugares para comer, para comprar ropa, para salir un viernes por la noche, etc. Unx ama lo que conoce.

Extraño Lima pero siento que más voy a extrañar Ayacucho cuando me vaya, el viernes 11, sobre todo porque ese día se clausura la semana de la escuela de antropología de la UNSCH, a la cual ya estoy invitada.

Guerra avisada, no mata
Nadya

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