Hace poco encontré anotado -en algunos de mis cuadernitos/agenditas/papelitos- un "ícaro popular" que copié en alguna muestra en la que se reivindicaba el uso del Ayahuasca como medio por el cual las personas lográbamos establecer contacto con la naturaleza y con nuestros más profundos "yos" internos.

Los ícaros, que no son otra cosa que cantos shamánicos,  son imprescindibles en el "viaje" que realizan las personas durante la sesión de la toma del Ayahuasca porque a través de ellos los shamanes guían a lo participantes en la búsqueda de las respuestas a sus inquietudes, la tranquilidad a sus mayores temores y sobre todo, las explicaciones a sus vivencias actuales.

Abajo cuelgo un video del ícaro "Madre Ayahuasca" cantado por Rosa Giove, autora también del ícaro que anoté aquella vez hace como 5 años y que transcribo a continuación, pero que, lamentablemente no pude encontrar musicalizado.

Introdúceme en tu cuerpo
desde allí yo te hablaré.
Introdúceme en tu mente,
desde allí te alumbraré.
Introdúceme en tu corazón,
desde allí te daré calor...

Oirás mi voz de serpiente
deslizarse en tu oído.
Verás mi luz sin verla a través de los sentidos...
y mi calor te seguirá
más allá del frío frío
Y seré parte de ti,
tierra lanzada al infinito...

Mi voz te susurrará
cosas que crees no saber.
Dentro de ti vas a encontrar
la respuesta a tu ser
Ocho (8), doble círculo fecundo
dos serpientes enroscadas,
te hablan sin decir...
que te dicen sin hablar...
NADA

Soy la energía en ti dormida,
despiértame ya.
Quiero ascender, reptar de una vez,
cruzar el cero (0) ya,
cerrar el círculo aquel,
donde la flor duerme en la cruz...

Cuando el azul llegue a tu cara
y la luna a tu cabeza,
a su encuentro yo iré,
serpiente roja, desde la base,
a fundirme con el sol...
Y mi voz te guiará a través del agua
con el color del amor...
* Extraído de: GIOVE, Rosa: "Acerca del icaro o canto shamánico", en Takiwasi, nº2, pp.7-29






Comentarios

Manya

tomè SAN PEDRO

en julio del 2009

fuimos al ras de la playa

hasta la desembocadura del rìo Moche

con el mar de Buenos Aires

y las nubes en un extraño juego de seducciòn entre nosotros y la luna llena

hasta que la cabeza de un caballo apareciò

y se quedò un buen rato

para que nos ganemos

no sè de què

pero fue alucinante

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