dulce navidad

La navidad me la hizo "Lima Sur" del escritor peruano Giovanni Anticona, "Chupete" para los amigos y amigas que lo conocemos desde los primeros años de Letras, en la Católica. 

Guardo muy buenos recuerdos de Chupete de cuando estudiábamos juntos en el T2 (nuestro legendario salón de cachimbos, en el que los 93 alumnos de manera obligada llevábamos todos los cursos juntos y socializábamos indagando a que carrera íbamos). Chupete iba a estudiar  Literatura, y yo -en esas épocas-  sociología.

Entre los primeros chicos que conocí del salón estaba Chupete. Llevaba el cabello muy ondulado, alborotado y largo hasta los hombros. Chupete, y los dos amigos con los que se solía sentar me parecían muy curiosos: uno gordo y que no dejaba de usar la casaca de su promoción del colegio; y otro, altote con barba que casi le cubría todo el rostro. Entre risas, mis amigas y yo, les decíamos "los 3 chiflados" (bueno, algo así, ahora ya no lo recuerdo).  Han pasado casi 10 años de eso.

Para el 2004 ya cada uno estaba en facultad. Algunos amigos se fueron a Derecho, otros a Comunicaciones, algunos pocos -como yo- a Ciencias Sociales y otros aún muy pocos a Humanidades, como Chupete, que era el único chico que conocía que estudiaría Literatura. Estudiar Literatura es de valientes, pensaba.

A pesar de que cada uno hizo amigos nuevos en sus respectivas facultades, algunos de nosotros no nos dejamos de ver y seguíamos cuadrando nuestros horarios para irnos a chupar a las chinganas del frente de la PUCP: "Elo´s", "La Cabañita", "El hueco verde", etc., y de esa manera recordar aquellos tiempos en los que solo nos importaba estudiar y pasar los cursos; y no buscar prácticas, trabajo, dinero...

Las salidas sí que disminuyeron. Las nuevas responsabilidades exigían sobriedad de nuestra parte. Sin embargo, la amistad perduraba y cada vez que nos encontrábamos en la biblioteca o cruzando el "tontódromo" nos deteníamos de forma inmediata a actualizarnos y a chismear sobre el resto de nuestros compañeros del T2. Nos extrañábamos. Si era posible, coordinábamos "unas chelas al frente" para esa semana. 

Recuerdo cuando una vez fuimos a la parrillada de una amiga de Derecho. Recuerdo mucha esa ocasión porque fue la 1era vez que me emborraché con pisco y porque mis amigos, sobre todo Chupete, me cuidaron de que no me atropellaran los carros y de que llegara segura a mi casa. Me causa gracia porque chupete llevaba cruzada mi cartera y caminaba a mi ladito, cuidando de que Nadya, -la borracha-, no se cayera. Y ahora que lo pienso bien, existen muchos episodios más de ese tipo. Fui muy afortunada pues "mi mancha" me cuidaba, aunque esa es otra historia.

Volviendo. Mientras yo me perdía por el Perú profundo jugando a ser antropóloga, Chupetin terminaba literatura, se licenciaba con una tesis sobre Onetti y decidía estudiar periodismo como 2da carrera. Ah, claro, también mantenía su chamba como jefe de práctica en la universidad. Para esas fechas ya había publicado su primera novela "Lima Norte" y comenzaba a ser conocido como el escritor que hablaba de los Conos, de la periferia, de los migrantes. Me entusiasmó la idea de que mezclase literatura y trabajo de campo pues, lo particular de la obra de Chupete era que combinaba historias de ficción (la trama), con datos reales, ubicables, existentes.

Ayer terminé de leer Lima Sur, su segunda novela. Conforme pasaba las páginas -casi devorándolo- sentía la necesidad de llamar a Chupete y decirle: "huevón, que bien escrito está esto, no puedo despegarme, ahora entiendo como se conectaban el capítulo 1 con el 14, el suspenso nunca acaba, se lee muy rápido, es ágil, ¿dónde consigo música de Raúl Arquínigo?, ¡quiero conocer el cementerio de Nueva Esperanza!. No dejes de escribir". Terminé de leer Lima Sur y le dije que nos teníamos que ver para conversar. 

Personalmente, me parece que es un gran privilegio poder conversar con el autor/escritor de la historia que te enganchó, que te despegó por unos días de la realidad, que recreo nuevos escenarios en tu cabeza; en otras palabras, que te hizo sentir que se "estuvo allí" (el eterno dilema de todos los antropólogos gracias a Geertz). Más allá de que la historia se circunscriba al Cono Sur de nuestra gran Lima, para mi, su riqueza radica en la consistencia de la estructura de la trama: la caracterización de los personajes, la conexión de las 3 y luego 1 sola historia, los diálogos ágiles, el suspenso que nunca termina.

Ya casi acaba la navidad, espero poder encontrarme con Chupete y tal vez irnos por unas chelas al frente y conversar no solo de Lima Sur, sino también de los viejos tiempos, de cuando solo importaba pasar horas enteras leyendo, juntar unas cuantas monedas para comprar trago y jugar a imaginar que estaríamos haciendo cuando tuviéramos él 27 y yo, 26.


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